sábado, 16 de marzo de 2013


Entrevista a Dante Medina, para la revista El Humo
por Alberto Neri

Alberto Neri: ¿Cuándo nace la idea de hacer ensayo para Dante Medina?
Dante Medina: Desde que supe, en la prehistoria de mi vida adulta, que me interesaba la literatura. Estudiar y aprender a hacerlo, eso ya fue otra cosa.
A. N.: Has ganado muchos premios en Jalisco. Menciona los últimos cinco.
D. M.: No sólo en Jalisco, también en otras latitudes. Yo soy un escritor de Jalisco, anclado en Jalisco —donde vivo por voluntad propia y elección de vida—, pero me considero un escritor cosmopolita.
         En Jalisco he ganado el Premio Oca, el Premio de los Libreros, el Premio Agustín Yáñez, El Galardón Enrique Díaz de León, el Premio Jalisco.
A. N.: ¿Qué esperamos de Dante Medina, el siguiente año?
D. M.: Lo mismo que en éste y los anteriores: que siga escribiendo todo lo que quiero y publicando todo lo que puedo.
A.N.: ¿En que librerías encontramos tu libro El aborto como estrategia a la venta?
D.M.: En ninguna. Es un libro inédito. Ganó el Premio Nacional de Cuento “Agustín Yáñez” 2011. Probablemente se publique primero en inglés que en español: mi agente literario ya lo ha hecho traducir y está buscando una editorial que lo edite.
A. N.: ¿Alguna vez has pensado en dejar la escritura y por qué?
D. M.: No, nunca.
A. N.: ¿Cuáles son las bases tuyas, para hacer un buen cuento?
D.M.: Siempre estoy en estado de creación. Cuando quiero escribir un texto, del género que sea, me lleno los pulmones de ambición, el cuerpo de deseos, y todo yo de atrevimiento, y empiezo a escribir.
A. N.: ¿Háblame de tu último viaje a Francia qué hiciste allá?
D. M.: Por razones a la vez profesionales y personales, todos los años voy a Europa, lo que incluye siempre una estancia en Francia y en España. 
         Lo que hice en mi viaje reciente, del otoño de 2011, fue refugiarme, en paz, en una ciudad media del norte, Valenciennes, y escribir una novela breve con el tema de los celos. Luego fui a Rumania a entrevistarme con mi traductor, y a París a saludar, comer, tomar un trago con mis amigos.
A.N.: Para Dante Medina, ¿qué es primero, el concepto o la experiencia?
D. M.: Yo escribo como si improvisara al piano.
A. N.: ¿Quién fue tu maestro de buena literatura?
D. M.: Tuve a los presentes y a los ausentes. Los locales y los habitantes de otras partes del mundo. Los presenciales, y los que leí. Destaco, entre todos ellos, a Alejo Carpentier y a César Vallejo; a Clarice Lispector y a Vicente Huidobro. Y, de viva voz, a Juan Rulfo y a Juan José Arreola; José Luis Martínez y Antonio Alatorre; Adalberto Navarro Sánchez y Elías Nandino.
A. N.: ¿Mencióname el día de tu Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez, sabemos que sería para diciembre?
D. M.: Eso fue al año pasado, el 2 de diciembre de 2011.
A. N.: ¿Alguna página web electrónica donde los lectores de la revista el Humo te puedan leer?
A. N.: ¿Dónde has impartido talleres? Menciónalos.
D. M.: No. Yo no enseño a escribir, porque ignoro cómo se hace. Soy un teórico de la literatura, así que puedo explicar y transmitir los mecanismos técnicos de la escritura que utiliza el arte; “crear” y “enseñar” a crear eso no sé hacerlo. En cada texto que escribo intento entender, pero eso es sólo para mí, y luego olvido y vuelvo a quedar en la ignorancia.
A. N.: ¿Cuándo surge la idea, de la antología de la poesía religiosa con José Brú y Raúl Bañuelos?
D. M.: Surge en una cantina. La que está aledaña al Roxy. Tomábamos un trago un mediodía, y la idea apareció en nuestras palabras, en medio de la conversación. Vino porque supo que en aquella mesa había tres personas con un enorme cariño a la poesía, y porque éramos un equipo apropiado para la tarea: dos agnósticos, y un católico. Esto garantizaba que la óptica sería la calidad literaria y no la fe; y así sucedió con el resultado final, el libro Hablando con Dios en español, del que se publicaron 7000 ejemplares. De él se desprendió otro libro, más delgado, Cien poemas para hablar con Dios en español, del que se tiraron 50,000 ejemplares, sí cincuenta mil, dije bien.
A. N.: ¿Qué significó para ti el libro Ciento un poetas, ciento un pintores?
D. M.: Este libro nació de dos de mis pasiones: la poesía y la pintura. Se me ocurrió que relacionar a un poeta y a un pintor, en un espacio de vasos comunicantes, daría una “exposición” pictórica en un libro poético. Y empezamos, los elaboradores del libro, a buscar puntos en común entre el poema y el pintor, a quien se le dio el texto para que buscara —o elaborara— una obra gráfica suya que dialogase con el poema. Así nació y así se hizo.